sábado, julio 15, 2006

Policías en acción

Tres y once minutos de la madrugada del viernes 14 de julio frente al restaurante Tony’s Roma, en la avenida Sarasota. La puerta derecha trasera del patrullero policial está abierta. Nadie sale para comprobar si en la desolada calle, habitada de penumbras, o en el cerrado negocio, algo requiere la intervención bienhechora de los garantes del orden. Tampoco nadie baja para estirar las piernas entumecidas por horas de inactividad. Otros son los motivos de la espera.

En el silencio de la noche, su taconeo resuena con fuerza. Ella, la prostituida de falda mínima y pelo al aire, camina, ya sin prisa, hacia el vehículo policial y se acomoda en el espacio que le han dejado libre. ¿Cobrará por sus servicios o pagará peaje para que los policías le permitan merodear por las inmediaciones del Hotel Embajador en busca de turistas? ¿Quién recibirá el pago, el comandante o todos? ¿Paga la prostituida en deleitosa y húmeda especie o en moneda contante y sonante? ¿Chantajistas o proxenetas? ¿Ambas cosas? Delincuentes, en cualquier caso.

Mientras el patrullero emprende la marcha con la nueva ocupante hacia quién sabe dónde, la ciudad se revuelve en su cama, temerosa de la bala que detone y del puñal que rasgue la carne con un corte preciso. Temerosa del ladrón que entre a la casa a jugarse la suerte a cara o cruz porque, en definitiva, la vida no vale nada, ni la suya ni la ajena. Temerosa del asaltante que sorprenda a los irreflexivos noctámbulos.

Cuando el Gobierno programa reuniones para decidir políticas contra la delincuencia, también vale preguntar si, por azar, alguien abordará en la cita de este lunes entre el Presidente y sus funcionarios responsables de la seguridad, qué hacer con la Policía y cómo y cuándo y para siempre. O si, delicuescente como se sospecha que es, el discurso oficial se disolverá en las lágrimas de la ciudadanía impotente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El asunto de la prostitución es serio. Siempre me preguntado el por qué de las cosas, sin embargo, creo que hay demasiados porqués para esta cuestión. Muchos porqués pero sólo un CULPABLE.

Anónimo dijo...

Ceo que hay dos culpables, no solo uno: el cliente y la necesidad de quienes hacen trabajo sexual.
La corrupción de los policías está presente y se expresa en tantas áreas de la realidad nacional que esto no sorprende para nada.

Anónimo dijo...

Bueno, volvi a chequear tu blogs para ver si habias vuelto a escribir, y para mi sorpresa el comentario sobre este articulo no fue publicado. Pero veamos, dejame mas o menos rememorar lo escrito.
Ah! les decia a los comentarios anomimos, que la esencia de tu articulo no era el asunto prostitucion, que la denuncia en si era al cuerpo del orden (mejor llamarles desorden), que utilizaban algunos sus horas de servicios en deleites personales, mientras los delincuentes andaban robando, matando y asaltando y la policia bien gracias. Y sugeria que la limpieza de ese organismo desde comenzar el "cojollito y terminar en la raices". Pero el gobierno es sordo, ciego y mudo cuando de ellos se trata.