miércoles, julio 12, 2006

La confusión del PRD


Inhabilitado para la autocrítica, el Partido Revolucionario Dominicano confunde realidad con prodigio. De ahí que haya preferido la taumaturgia de fijar convención y elección de candidato cuando aún no curan las heridas de la derrota, a preguntarse por qué la sociedad le ha dado la espalda.

Real o simuladamente entusiasmados, abundan desde ya los convencidos de que la definición sin pausa de una estrategia “moderna” de campaña obrará el milagro de recuperar las primacías perimidas. Nada se dice de articular propuestas plausibles que convenzan racionalmente a la sociedad de que el actual camino no es el mejor de todos. Confirmación, qué duda cabe, de que el PRD ha dejado de entenderse con un país complejo, donde las antiguas lealtades han cedido paso a otra manera de contemplar la política y a los políticos. No digo que deseable, pero sí distinta.

Cuando el esfuerzo debería estar dirigido a repensarse como opción sociopolítica, a librarse del lastre de una dirección ideológica y culturalmente anquilosada, jurásica, el PRD elige echar agua al vino, no ya de sus discordias internas sino de sus graves limitaciones sociales. Carente de perspectiva clara, y al parecer sin voluntad para establecerla, aspira patéticamente a “modernizarse” acudiendo al supermercado de las imaginerías mercadológicas. Por lo que se oye y lee en estos días, el conejo del favor ciudadano saldrá en 2008 del sombrero de empresas encuestadoras y asesores de “prestigio”.

En buena medida, la ignara —porque lo es— seducción de muchos en el PRD por la política como espectáculo, es la reverencia vergonzante al modo de actuar de un grupo, el peledeísta, preso de sus propias confusiones. Sólo que, en este campo palabrero y light, el PLD lleva al PRD siderales ventajas. Y aunque no lo parezca, mayo de 2008 está mortalmente cerca.



1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué bueno que volvemos a encontrar el RUMBO a través de tu bitácora! Como los buenos marinos, sólo con las antiguas cartas de navegación, la intuición y los ojos, olfato y oído de los viejos del mar.
¡Qué bien me sabe el salitre de tu tinta en la cara!

Un beso
Pedro Pablo